Aunque se habla de la delgada línea entre una cosa y otra, sí hay manera de diferenciarlas.

¿En que momento el coqueteo o el piropo se convierte en acoso sexual?

Del coqueteo al acoso

En un artículo sobre el tema publicado por BBC Mundo, el experto en relaciones personales James Preece afirmó que “si estás atraído o interesado en alguien, tienes que coquetear… pero se trata de hacerlo en el ambiente apropiado y no cuando las personas menos lo esperan”.

Preece les aconseja a sus clientes, hombres y mujeres entre los 23 y los 72 años, que flirteen de una manera juguetona pero no sexual.

También citada por la BBC, la socióloga chilena María José Guerrero señaló que lo ideal sería que si la persona que no consiente el coqueteo que recibe debería manifestarlo y la otra tendría que parar en sus intenciones: “La respuesta puede ser verbal, pero también puede darse en un plano físico, como cuando alguien rechaza un beso”, dice.

El problema empieza, según los expertos, cuando el mensaje es ignorado.

“El acoso se da cuando el hombre o la mujer no atiende a los mensajes claros de que sus comentarios o comportamientos no son deseados, ni bienvenidos e incluso son insultantes”, le dijo a la BBC la socióloga Catherine Hakim, quien investiga sobre la mujer en el Instituto para el Estudio de la Sociedad Civil (Civitas).

Un ejemplo de eso, y muy cotidiano, son los famosos piropos y halagos que se lanzan en la calle particularmente a las mujeres. Tan normalizados y romantizados están, que sus autores, que lo consideran una forma válida de coqueteo, se sienten autorizados a recurrir a ellos, aun cuando ellas se sientan mal, incómodas, acosadas.

Pilar Úcar Ventura, doctora en Ciencias de la Educación y Licenciada en Filología Hispánica, lo tiene muy claro: “Se trata de acoso” y el acosador se cree con el derecho de interpelar a las víctima sin haber recibido previamente su consentimiento y considera que sus comentarios están socialmente aceptados.

“Las mujeres, explica, no pedimos la opinión a los hombres sobre nuestro aspecto físico; si quisiéramos conocerla, preguntaríamos”.

 

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